El ámbito de la lectura y las redes sociales

¿Qué tan cierto es que las personas leen más ahora que dedican gran parte de su tiempo a enviar y recibir contenido a través de las redes sociales? Aunque leemos los mensajes que nos llegan a Whatsapp y las publicaciones de nuestro inicio en Facebook, la realidad es que no equivalen a la lectura de un libro.

¿La razón? No empleamos el mismo nivel de concentración para leer un tweet que para un cuento. En sí, cuando de dispositivos móviles se trata, leemos de manera corta y superficial, por partes, sobre temas que cambian sin parar a medida que navegamos por el feed.

Sí, es cierto que los canales digitales han facilitado el acceso a libros, pues ya no tenemos que salir en búsqueda de ellos a la biblioteca o librería más cercana; el problema es que la gente no está interesada en “gastar tiempo” leyendo 100 páginas de una historia cuando fácilmente puede encontrar la anécdota de algún amigo o usuario que no le llevará más de tres minutos concluir.

Mantener la concentración es un reto al cual todos nos hemos enfrentado, enfocarse en algo no es tan sencillo como parece y cuando no lo logramos, acabamos frustrados. En este sentido, las redes sociales no han sido de gran ayuda, ya que han generado la llamada hiperconexión, término que según la revista Psychological Science, es “la necesidad de estar conectado a internet”, similar a la dependencia que ejerce sobre nosotros un vicio como el del alcohol o el tabaco.

Quizás alguien pueda pensar que es capaz de leer un gran número de páginas en su teléfono o tablet teniendo el modo avión activado, sin embargo, un estudio de la Universidad de Haifa en Israel, se dio a la tarea de evaluar el desempeño de un grupo de alumnos al que se le entregó un texto físico y otro al que se le dio el mismo material, pero en formato digital. El resultado fue que los estudiantes del segundo grupo dejaron de leer antes que sus compañeros, creyendo que ya habían estudiado suficiente.

Hay que dejar en claro que ni el internet, ni las redes sociales, son malas: el exceso, sí. Usarlas adecuadamente depende de nosotros, y para aprender a hacerlo, basta con establecernos límites y ayudarle a nuestra mente a que incremente poco a poco los periodos en los que puede mantenerse enfocada. La decisión de leer en papel o en una pantalla, también depende de cada quién, lo importante es ser conscientes de lo que es mejor para nosotros.

Si leer en algún dispositivo, incluso sin conexión a internet, te genera ansiedad por querer revisar tus mensajes o las nuevas publicaciones de las personas a las que sigues, entonces lo mejor es conseguir el material físico y probar estrategias que bloqueen posibles distracciones, como apagar tu teléfono o ponerlo en silencio durante un tiempo determinado, de manera que puedas aumentarlo conforme trabajes tu concentración.

Cambiar hábitos es posible.

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